Estriba, esencialmente, en la torrefacción. Un tambor giratorio, lleno de
granos de café, sobre la llama, mezcla éstos absorbiendo el aire caliente
hasta una temperatura de 220° aproximadamente. El proceso viene a durar unos
12 minutos y es deliberadamente lento para asegurar la uniformidad y
"redondez" del sabor. A medida que el proceso tiene lugar, el color de los
granos va cambiando, desde el verde del grano inicial a un color canela
primero, luego avellanado y, por fin, achocolatado. Algo más de temperatura
(225°) en el proceso, determinará un café más amargo y menos agrio. Algo
menos (215°) uno más agrio y menos amargo. El controlador del proceso lo
gobernará según los gustos del mercado a que vaya destinada cada partida.
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